12/3/09

ELLA LA CIENCIA, por Vincent Von Streitsen

“No sospechábamos entonces que la bendita ciencia acabaría por sentar, por decirlo así, a la humanidad entera sobre una poderosa bomba pronto a estallar.”
Esta cita pertenece a un profesor llamado Salvador R. Vicini y es un ejemplo más del slogan multifacético en contra de la gaya ciencia.

La gaya ciencia sentando nuestros traseros sobre una bomba latente...aparte de deprimirme la poca originalidad que transpira esta escueta metáfora, no puedo evitar el asombro ante la ironía de que sea un profesor el que nos enseñe lo “malvada” que puede llegar a ser la ciencia. Si por una remota combinación cósmica algún niño muy pequeño leyera esta estúpida frase, me lo imagino preguntándole a su progenitora: “Mami, ¿quien es la ciencia?”. Por suerte, es difícil que algún niño muy pequeño se tope alguna vez con esta u otras disertaciones de adultos en discordia, y así no habrá oportunidad de que llegue a la lógica conclusión de que la ciencia es algún tipo de villana de historieta.
Mi queridísimo señor Vicini: la ciencia - me da vergüenza aclararle esto en público – no es ni mala ni buena, ni sarcásticamente bendita ni mitológicamente diabólica (Salvador utiliza como otro de sus envidiables recursos expresivos, el fuego de Zeus robado por Prometeo y entregado a los mortales).
Ciencia es simplemente uno de los tantos nombres que le hemos dado a la eterna búsqueda por satisfacer nuestra natural curiosidad. Son los hombres, benévolos o peligrosos, los que recurren a ella como un medio para lograr ciertos fines, al igual que lo que sucede con cualquier otra herramienta física o mental.
La verdadera bomba, mis amigos mortales, está en nosotros mismos. Son nuestros pequeños corazones latiendo indomables al compás de lo que creemos que está bien y lo que sabemos que está mal. Dejemos de culpar, pues, al pobre martillo; no es más que un simple palo con punta de metal.

Junio del 2005

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