8/10/09


La loca del medio es Ramón. Sí, el vikingo Avellaneda. Claramente, el gigante de la derecha es el más auténtico de todos los primates en escena. Ese y el monito de la extrema izquierda.

10/9/09

ENTRE LO MÍTICO Y LO REAL, por Niko Gadda Thompson


Una resumida revisión histórica dedicada al fenómeno de la guerra -y su moderna relación con la prensa-, diferenciándolas en míticas y sensoriales según las ideas del norteamericano Lawrence L. Lezna publicadas en su libro “Psicología de la guerra”.

¿Qué es la guerra? ¿Cómo se la vive estando cerca? ¿Cómo se la concibe percibida desde lejos? ¿Cuáles son los verdaderos motivos detrás de los discursos? ¿Quiénes son los que ganan realmente? ¿Es acaso una triste necesidad humana o simplemente un negocio lucrativo?

Míticas y sensoriales

Lawrence L. Lezna, en su libro “Psicología de la guerra” hace una clara distinción entre dos tipos de guerra, mejor dicho, dos formas de concebir la experiencia bélica:

Desde que la aparición de los corresponsales extranjeros y el telégrafo transformara la actitud occidental hacia las guerras, es posible clasificarlas entonces en dos categorías generales, que a veces se superponen. Hay guerras en las que un fuerte componente mítico subyace a la manera en que la mayoría de los ciudadanos evalúa la situación (guerras míticas), y guerras en las que la perspectiva mítica sólo es adoptada por unos pocos, mientras que la mayoría mantiene una perspectiva sensorial del conflicto (guerras sensoriales).

Esto, claro está, tiene mucho que ver con cuán cerca o alejado está uno del conflicto en sí, pues lo mítico se construye con la distancia, tanto temporal como espacialmente hablando. Nosotros los argentinos -no hace falta aclarar demasiado el por qué- hemos vivido un clarísimo ejemplo de “guerra mítica” durante el enfrentamiento con el ejército de Su Majestad por las Islas Malvinas.

La concepción de lo bélico cambió dramáticamente hacia la época de la guerra de Crimea (1854-56). Antes de entonces, las mismas eran consideradas acontecimientos lejanos en los que “participaban gloriosos guerreros homéricos por una causa noble (la Nuestra) contra una causa injusta (la de Ellos)”. Las noticias en general solían ser vagas y llegaban con muchísimo retraso.

La aparición –en la década de 1830- de los corresponsales extranjeros y la del telégrafo en la década siguiente, le dio un giro de 180 a todo el asunto. Ahora la gente tenía la oportunidad de involucrarse con los acontecimientos, la oportunidad de “estar allí”.

Como resultado de estas innovadoras aplicaciones, se desarrolló paulatinamente un nuevo y poderoso mercado que involucraba una estricta relación entre la guerra y el periodismo.

Dicho mercado se basaba en la sensación de expectación activa generada por la población a partir de una cobertura más completa de los enfrentamientos. La gente recibía esta novedad con entusiasmo, y su voluntad de estar informada fue convenientemente explotada por la prensa. Así, las guerras pasaron a ser la excusa más clara y directa para vender periódicos. Por supuesto, dichos enfrentamientos debían mantener el carácter “mítico” para que fueran lucrativos. Dos claros ejemplos del efecto contrario fueron las guerras de Coreo y Vietnam, las cuales no llegaron a convencer a la población de que se trataba de una lucha entre “buenos” y “malos” por el destino del universo.

Lezna destaca el hecho de que para que una guerra mantenga su carácter “mítico”, aumente su significado en la conciencia de la población y la una como grupo, existe mucha información que se debe ocultar sin miramientos (podríamos aplicar la misma estrategia en tiempos de paz si en vez de “guerra” pensamos en el término “status quo”, pero por ahora dejémoslo así; ya tenemos suficiente revuelo con los conceptos que aquí se manejan).

Un ejemplo de esto es lo que pasó con el ilustre desaparecido Colin Nelly: Durante la Segunda Guerra Mundial, la gesta del Capitán Colin Nelly -gran héroe estadounidense cuyo mérito fue hundir un barco de guerra japonés incrustando su avión en la chimenea del barco- gozó de una extensa cobertura. En realidad fue todo una maniobra publicitaria para “incrustar en las chimeneas” de los norteamericanos la existencia de un héroe sin parangón. Héroe que nunca hizo lo que se dijo. Al principio la farsa les funcionó muy bien, pero cuando los japoneses implementaron los operativos kamikazes, la figura de Nelly desapareció súbitamente del entramado periodístico. La razón era simple: si él había sido un héroe, significaba que los kamikazes –o sea, los más peligrosos enemigos de los aliados- también lo serían.

Lezna continúa:

Resulta crucial entender que la diferencia entre una guerra mítica y una sensorial es siempre una cuestión de grado: ¿qué porcentaje de población de una nación ve la guerra como una forma de resolver permanentemente todos sus problemas? Para los estadounidenses, la experiencia de la Segunda Guerra Mundial fue un excelente ejemplo de guerra mítica. Desde el comienzo, las diferencias entre “nosotros” y “ellos” estaban bastante claras. Nosotros teníamos submarinos y ellos tenían U-boats; nunca nos preguntamos si eran la misma cosa. Los nuestros solo hundían buques de guerra, ellos atacaban barcos civiles desarmados y barcos-hospital siempre que podían (y estaban al acecho de ellos). Nuestros submarinos estaban tripulados por intrépidos oficiales profundamente preocupados de la supervivencia de su tripulación, que además sabían mucho de los ideales por los que luchábamos. Nuestras tripulaciones estaban compuestas por individuos en extremo valientes ante el peligro. Nuestros submarinos navegaban valerosamente por aguas desconocidas, enfrentando el peligro para asegurar nuestro futuro.

Los U-boats del enemigo eran dirigidos por oficiales fríos, traicioneros y sin imaginación, que nunca se preocupaban por la seguridad de sus hombres ni por los ideales por los que se combatía. Se agazapaban en el fondo de los mares esperando que barcos indefensos estuvieran al alcance de sus periscopios. Toda la tripulación estaba cortada por el mismo patrón que los oficiales, pero era menos inteligente.

¡Pobre del escritor o articulista norteamericano que no se plegara a esta realidad mítica!

Spiegel y la columna de Vulcano

A propósito de la imagen cristalizada del militar alemán de todos los tiempos, imagen que ha trascendido a las Grandes Guerras (aunque de ahí proviene) y las fronteras ideológicas de los Estados Unidos (somos todos hijos de la “madre Hollywood”), a continuación les dejo una perla sin retoques, una crónica de primera mano que vale la pena reflotar por la incómoda relación que existe entre la dureza de los hechos mencionados y la humana sinceridad con que éstos fueron relatados. Que cada uno saque sus propias conclusiones:

En el transcurso de la Primera Guerra Mundial, Alemania declaró que hundiría cualquier nave mercante, incluso la de los países neutrales. Esta nueva y terrorífica forma de combate fue descrita por Adolf K.G.E. von Spiegel que, en esa época, comandaba un U2 alemán. En sus memorias, publicadas recién en 1919, von Spiegel describe el ataque, en abril de 1916, a un buque de carga:

El vapor estaba cerca de nosotros y parecía colosal. Vi al capitán caminando en el puente, con un pequeño silbato en la boca. Vi también a la tripulación limpiando las cubiertas en la proa y, con sorpresa y un leve estremecimiento, descubrí una hilera de compartimentos de madera en todas las cubiertas, de donde emergían los brillosos lomos negros y marrones de caballos.

¡Dios mío, caballos, esas bestias adorables!

Pero no podía hacer nada, pensé. La guerra es la guerra, y cada caballo que eliminemos le resta poder ofensivo a Inglaterra. Debo reconocer, sin embargo, que el solo imaginar lo que estaba a punto de ocurrir me resultaba sumamente desagradable y describiré lo más sucintamente posible lo que ocurrió.

¡Listos para disparar un torpedo!, les grité a los de control. ¡Fuego!

Un pequeño temblor estremeció a la embarcación; el torpedo había tomado su rumbo.

El disparo mortífero fue el acertado y el torpedo se deslizó, a gran velocidad, hacia el buque condenado. Pude seguir su derrotero por las burbujas que dejaba en su tránsito.

Comprobé que la estela de burbujas que dejaba el torpedo había sido descubierta en el puente del vapor, mientras brazos asustados señalaban el agua. El capitán se tapó los ojos, esperando con resignación. Luego, siguió una explosión tremenda, y fuimos arrojados los unos sobre los otros por el impacto. Después, como Vulcano, una columna de agua, alta y majestuosa, de doscientos metros de altura por cincuenta de ancho, terrible en su belleza y su poder, se elevó hacia el cielo.

¡Lancen el segundo torpedo!, ordené.

Podía ver todas las cubiertas. De las escotillas emergía una masa desesperada de hombres que trataba de ganar la cubierta: fogoneros, soldados, mozos y cocineros. Todos corrían y gritaban para llegar a los botes de salvamento, empujándose los unos a los otros, deslizándose por la cubierta inclinada. Del mismo modo, los caballos tropezaban ante la inclinación del buque. Los botes de babor no pudieron ser descendidos, por lo cual todos corrieron a los de estribor que, debido al pánico y al apuro, habían sido liberados con poca inteligencia, ya que estaban repletos. Los hombres que habían quedado atrás se retorcían las manos en señal de desesperación, corriendo de un extremo al otro de las cubiertas; finalmente se arrojaron al agua y nadaron hasta los botes.

Luego se produjo una segunda explosión, seguida por la salida de vapor de las escotillas. El vapor blanco enloqueció a los caballos. Vi a un bellísimo equino gris pegar un salto para caer sobre un bote de salvamento atestado de náufragos. A esa altura, esa visión me resultó intolerable. Bajé el periscopio y nos sumergimos en las profundidades.

Redondeando

Cuando se trata seguir, paso a paso, los acontecimientos de una guerra, lo que sabemos es lo que nos cuentan. Y lo que nos cuentan pocas veces es el reflejo sincero de la cruda realidad. Esta es una verdad histórica. Y como tal, más actual que nunca. Refiriéndose a los conflictos en Kuwait liderados por Bush padre en la década de los 90´s –pero perfectamente aplicables a los enfrentamientos más actuales- Lezna dice lo siguiente:

Las fotografías de la mortal embestida que los aviones norteamericanos inflingieron a los iraquíes que escapaban sólo mostraban kilómetros y kilómetros de automóviles destrozados. Daba la impresión de que los vehículos habían llegado por sí solos a la autopista fatal. No se fotografió ningún cuerpo. Por lo que yo sé, la única manifestación radial o televisiva que discutió el tema del alto porcentaje de nuestras bombas que dieron en blancos civiles en vez de militares, fue el programa Perspective de la cadena de radio ABC. Cualquiera podía escucharlo y conocer esa información. ¡Cualquiera que estuviera despierto un domingo a las cinco de la mañana!

Hoy en día parece que hemos vuelto a los tiempos pretéritos de la nombrada década de 1830. De nuevo, todo se ve desde muy lejos. No sé cómo sería entonces, pero ahora vivimos la “irrealidad mítica” de guerras lejanas y asépticas con una cobarde y resignada indiferencia, mientras hacemos zapping entre el canal Gourmet y las peleas de camellos en Animal Planet.

Parafraseando el viejo dicho: “Ojos que no ven bien, corazón que se vuelve mítico”.

13/7/09

LA ERA DE LA PARTICIPACIÓN, por Niko Gadda Thompson





Ciudadanía activa - Creatividad difusa - Inteligencia colectiva




En los últimos cincuenta años, la televisión nos ha gastado una extraña broma haciéndonos creer que el público de masas es pasivo por definición y sólo un nicho puede ser creativo. Por el contrario, en la actualidad cada vez más lectores ensayan la interacción con los textos y con quien los produce. (Wu Ming)





La cultura convergente


Wu Ming se refiere aquí al fenómeno literario, pero el principio es aplicable a todas las artes y él mismo lo desarrolla en un triple ensayo verdaderamente imperdible (se lo puede leer aquí: http://www.wumingfoundation.com/italiano/outtakes/triptico_pop.htm) a partir de la lectura –a su vez- de un libro llamado “La Cultura Convergente”, escrito por un tal Henry Jenkins. Ya lo decía Sábato hace décadas atrás: La obra se completa recién con la interpretación que de ésta hace el espectador (o algo así; no encuentro la cita exacta). Y esto es el abc de la cultura, realmente, puesto que “no hay crujidos en el bosque sin alguien que los escuche”, al igual que no hay obra de arte en el lienzo o la partitura sin ese Otro que la consuma por medio de sus sentidos (mal que le pese a los narciso-solipsistas).


La vuelta de tuerca que se está viviendo en el proceso creativo a partir de la consumación de la era digital radica en que la interacción entre autor y espectador a través de la “cosa creada” puede seguir mucho más que una simple trayectoria unidireccional como ha venido siendo hasta la fecha. Hoy en día, con el entramado de idas y vueltas que nos permite Internet, las experiencias artísticas –y esto se ve más claramente en las tradicionalmente consideradas “solitarias”- se están abriendo a una nueva dimensión que rompe con el paradigma (leído de izquierda a derecha) creador-obra-espectador. Gracias a esta descomunal red de comunicación, la obra puede hoy definirse mediante la participación activa de quienes están conectados entre sí y deciden –habiendo sido convocados a ello– poner su parte en el asunto.





Y la lista crece


Uno de los casos más recientes de esta colaboración creativa es el de los Flash Mobs, momentáneas pero explosivas aglomeraciones de intérpretes anónimos que –vía facebook la mayoría de las veces- acuerdan un punto de reunión en el que desarrollan diferentes “performances” de lo más variadas y surrealistas (en la Argentina debutamos con una multitudinaria guerra de almohadas en el Planetario; aquí les dejo un buen ejemplo de lo que les digo: http://www.youtube.com/watch?v=VQ3d3KigPQM). También están las novelas escritas por varios autores que concentran el material en un blog o se lo pasan vía mail y cada uno va agregando y corrigiendo lo que hicieron los anteriores. El mismo Wu Ming (autor de la cita al comienzo de este texto) es un típico caso de “seudónimo múltiple” originado en Italia a partir de la experiencia “Luther Blisset” (ver http://www.wumingfoundation.com/italiano/bio_castellano.htm#2); se trata de un nombre ficticio con el que por varios autores anónimos firman sus escritos creando así una identidad “virtual” en el doble sentido de la palabra. Existen películas que fueron filmadas en base a la decisión de un grupo multinacional de creativos elegidos a su vez entre un número mayor de aspirantes originales (youtube es el principal soporte de estos experimentos). Incluso hay algunas series de televisión que utilizan el soporte digital como medio de comunicación para que sus fans opinen sobre el destino de los protagonistas y así la productora pueda dirigir la historia en base a esta ecléctica devolución (un caso que me viene a la mente es la serie “Heroes” producida por la NBC).





Entre gurús y adolescentes


Tal vez una de las relaciones más emblemáticas de esta nueva experiencia creativa sea la que existe entre la producción y la proyección de la música electrónica, en especial la llamada música “dance”, que alimenta las arcas de innumerables DJ´s por todo lo ancho de este loco mundo. Constituida a partir de sintetizadores y demás herramientas de vanguardia allá por mediados de los 70´s (*), este estilo musical jamás estuvo reñido con lo digital. De hecho, cuando Internet se transformó en una www, aquellos que se dedicaban a pinchar temas abrieron sus puertas cibernéticas a cualquier hijo de vecino que tuviera el software y el talento necesarios como para crear música de la buena en la comodidad de sus propios hogares. Desaparecen, entonces, los eslabones intermedios entre el que propone y el que dispone y así, desde hace ya bastante más de una década que los DJ´s –incluso los millonarios gurús del circuito internacional- incluyen en sus sets temas creados por ellos mismos, temas creados por productores profesionales y temas creados por algún adolescente indonesio que en sus tiempos libres compone con su notebook y envía los resultados vía mail a la casilla de correo de su pinchadiscos preferido. De hecho existen adolescentes indonesios que se dedican exclusivamente a componer temas para determinados estilos e incluso determinados DJ´s. A su vez, los compositores y los mismos DJ´s hacen remixes de las canciones que eligen y luego otro chaval de catorce años hace un remix del remix y a este último lo rescata otro DJ que lo incluye en su propio set reversionándolo in situ durante las fiestas. Así, de un tema original terminan brotando nuevas y distintas formas en un sinfín soñado y maravilloso.


La oferta se torna inmensa y los profesionales cuentan con ella más allá del prestigio y la trayectoria de los ofertadotes; lo único que importa es la calidad del producto. No es casualidad que en las “raves” la tensión protagónica desvíe su foco de los intérpretes (como estamos acostumbrados a ver en los ya clásicos recitales de rock), para concentrarse en la música misma, o mejor, en la vibración que dicha música genera (un importante catalizador de esta experiencia son las llamadas drogas “electrónicas”, en especial el hoy casi extinguido éxtasis, pero éste es un tema demasiado complejo como para desarrollarlo aquí).





De consumidores a multiplicadores


Tomemos a este mismo ensayo, atravesado como está de referencias y links que invitan al lector a recorrer otros trabajos relacionados, para luego agregar sus propios comentarios y así formar parte del ejercicio realizado. Conceptos de vanguardia como la llamada “creatividad difusa” son los que definen esta nueva era. El fenómeno es aún demasiado inmediato para que tengamos una clara visión de hacia dónde estamos yendo. Por mi parte, me alegra saber que seré testigo –y partícipe- de un proceso donde todos tendremos la posibilidad de vivenciar la experiencia creativa, más allá de los anecdóticos resultados.


La situación es emocionante: el fenómeno trasciende los límites convencionales de lo que por siglos hemos considerado como la “comunidad artística”. Poder participar con nuestras voces en experiencias otrora reservadas al plano de la simple expectación nos da a todos la posibilidad de agregar contenido a nuestras existencias. La realidad tiene siempre dos caras, y por siempre deberemos superar los prejuicios enquistados, evitar las constantes tentaciones de efímera glorificación y limitar el gran negocio de la perversidad a través de la celebración de las artes y de la vida misma. Por suerte para nosotros y gracias a la dimensión digital de nuestras existencias tenemos hoy la posibilidad –y la responsabilidad- de saborear nuestra propia riqueza creativa. Irónico, ¿verdad? Irónico y gratificante.


El espíritu necesita su alimento y el hombre “común”, el hasta ahora miembro del “público pasivo”, tiene hoy más que nunca en la historia de nuestra especie la posibilidad de hacer algo donde antes no había nada. Como dijo el misterioso y polifacético Wu Ming:




Se trata de educar, aportar competencias, entrenar para la negociación, para el pensamiento colaborativo, para el uso de la Red. Completar la mutación genética: de consumidores a multiplicadores.





(*) Para ser justos, las raíces de esta hoy inabarcable dimensión musical se remontan a los años 40´s con los experimentos realizados por el ingeniero de sonido y compositor Pierre Schaeffer, quien llamó a su criatura “música concreta”. De allí a los 70´s hay un largo trecho plagado de vocoders, serialismo total, síntesis auditivas, moogs y melotrones.





Lectura recomendada:



Prefacio a la edición italiana (traducida al español) de “Cultura Convergente”: http://www.wumingfoundation.com/italiano/outtakes/culturaconvergente_es.htm

4/7/09

BASTA. Carta abierta de una interprete


Desde las trincheras de Los Tres Bufones:

Este es nuestro homenaje a Mariela Herlein, una vieja amiga (eso sí, aún es joven y muy bonita) que en algún momento de la semana decidió publicar una carta abierta expresando sus más profundos sentimientos a partir de lo que está sucediendo con la epidemia actual de la gripe porcina sumada a todo el bardo local y mundial en general que nuestro loco mundo enfrenta día a día.

Para mí su carta ha sido como un tremendo rugido de dolor y frustración. Con una pureza despojada de formalismos diplomáticos y demás mariconadas, me ha desgarrado un buen pedazo del alma sabiendo, como sé, que viene de una chica hipersensible y creativa, atragantada de pasión por las artes, la educación, la justicia, la libertad y -qué joderse- la vida misma.

Afortunadamente para todos los que nos identificamos con sus palabras, también se vislumbra –aunque la autora parece no estar muy segura de quererlo mostrar- la esperanza crónica de quién no puede evitar creer en esos “otros” que siempre están presentes y son parte de uno mismo.

Sin más, los dejo con este terrible y a la vez hermoso rugido.

Salud y mucho amor, Niko G. T.

(4 de julio del 09)

Mail de Marie:

Ojalá con este virusito se muera más de un dirigente político nacional y/o internacional que tengo en mente…

Yo le deseo la muerte a quien haya tenido la mala idea de jugar así con todo esto.

Y si le deseo la muerte a alguien, es porque yo no le temo a la muerte… No me parece algo malo, me parece natural y a veces necesaria.

El tema es que quiero sentir la LIBERTAD de elegir cómo morirme: LIBRE.

Queridos artistas, queridos maestros, queridos estudiantes, queridos laburadores de la educación toda, y de la verdadera cultura toda, de la reunión, de la defensa del ser un poco más humano, queridos amigos, queridos colegas, queridos compañeros de la vida, ¿alguno de ustedes ha sentido impotencia, miedo, bronca, humillación, injusticia, desamparo, incertidumbre, desconcierto, en las últimas horas…?

Si tengo que acatar las medidas siento que de un día para el otro hemos pasado todos nosotros a ser parte del grupo de los humillados, los desprotegidos, los invisibles, los obstruidos, los inconvenientes, los manipulados, (pronto los irresponsables), los “desafortunados”, los pobrecitos, todos esos por los cuales nunca supimos reaccionar.

Sí, los de nuestra era, los de nuestra época. Esos que ves tirados a tus pies con frío y con hambre a la vista. No es una película lo que ves. La gente se muere injustamente hace rato y mucha. Peor que por Gripe A. Así que ahora nos podemos morir también nosotros, claramente. Y bueno. ¿Qué vamos a salir a gritar ahora? ¿“Qué se vayan todos”? ¿Por qué siempre dependemos de la voluntad ajena? ¿Porque habrían de irse ellos a dónde? ¿Por qué nosotros no nos ubicamos donde queremos y listo? Pasa que claro, solitos no podemos… Y no… ¡tenemos que ser un montón!

¿Por qué no podemos tomar o dar una clase, o dar una función o tocar, por motivos de contagio y muerte, de un día para el otro? ¿Por qué seguimos tomando el subte para ir a trabajar, entonces? ¿Por qué se deja pasar tanta droga de mierda? ¿Para que realmente no pensemos más? ¿Por qué vamos a votar igual? ¿Cómo puedo sentir que el voto es algo digno si a mi hermano del norte le están dando una frazada a cambio de un voto más obligado que obligatorio? Un asco de “democracia”. Todo.

Aprovecho para decir que esta parte de la sociedad a la cual pertenezco, y creo que ustedes también, me parece la mas estúpida de todas, porque nunca reaccionamos por nada.

Comunico que uso este medio porque viendo que oficialmente el hambriento es un delincuente, viendo que oficialmente de repente no puedo hacer función (soy “intérprete”), ni dar clase, ni tomarla, tampoco según lo que acontece sé si puedo viajar, ensayar, convocar, festejar, reunirme, andar en subte, en tren, en bici, caminar por ahí, y siendo que van a tirar un par de virus más seguramente, y siendo que no falta mucho para que nos digan que el agua que sale por la canilla ya no sirve porque le pusieron ácido no sé qué, ni tampoco mucho más para que me cobren el aire que respiro porque alguna nave yanqui se tiró un pedo cerca de Latinoamérica que la cagó mal; todo eso si es que sigo adaptándome a SUS modos de manejar el mundo, y SUS modos de vivir la vida…

Porque vaya si ya nos acostumbramos a vivir en la amnesia colectiva, la indiferencia social, y hasta pedimos que nos dirija la ultraderecha, y ahora este virus, y vendrán un par más… ¿alguien lo duda? La impunidad y no reparación de ciertos hechos tiene sus consecuencias: la cagada se vuelve no sólo repetible sino agravante. Así que no sé bien qué es lo que nos sorprende al sentirnos así. No sé si ya nos han hecho creer que vivimos en una peli, pues aún no reaccionamos. Vemos todo por una ventana, bien cuadradita, y poco nos afecta.

Uso este medio porque no me creo el cuento de encerrarse a base de Tele e Internet, ni por un día, y porque creo que a Internet y la Tele le queda menos vida que a mí misma. Por lo tanto aprovecho la última recta en la carrera del “progreso”, porque evidentemente están por saltar los tapones y no hay térmica que aguante. Así que como no sé cuanto más me dura este aparato de mierda ni su utilidad, siendo que incluso ya manipulan mi agenda, tiro el mensaje a ver que hay del otro lado. Porque hace 3 décadas nomás la clase dirigente era capaz de fusilar a un grupo de jóvenes con sus hijos bebés porque editaban e imprimían revistas con ideas diferentes a las suyas en el fondo de su casa. Mira todo lo que puede decir uno ahora. Un poco sacuendiendo esta laptop pa q funke, en un locu cualquiera, como si doblara una antena y pudiera compartirles queriendo también escucharlos, apretando un maldito botón. Sin embargo es tanta la invasión de información que hemos quedado prácticamente incomunicados, individualistas y por tanto débiles e impotentes. La gente ni leerá este mail.

Pero yo necesito compartirles urgentemente esto. Que sea la voluntad de la Pacha. Porque creo que yo soy vos y vos sos yo.

Lamento estas muertes de “porcina” como muchas otras de todos los muchos otros años que pasaron y todas las que vendrán, y lamento el estrés por el cual están pasando sobre todo todos los médicos y enfermeros y también todos, todos nosotros.
Pero sigamos votando, total si ellos se tienen que ORGANIZAR EL PODER nosotros nos sacamos una foto, damos un numerito, hacemos cola, tratamos de no contagiarnos, o ni nos enteramos hasta que tengan su maldito resultado, para que ellos después nos gobiernen y decidan TODO. No menosprecio la democracia. Porque obviamente no prefiero la dictadura. Fui a votar temprano no por mí, sino por respeto a aquel que quiso y no pudo, y luego hice un largo ritual donde pedí por la salud física, emocional y mental de todos, como muchos habrán hecho, porque todo me parece un nefasto delirio. Yo no viví la dictadura, nací en ella y viví la democracia mentirosa. Así como no conozco la tortura ni la persecución, tampoco conozco ninguna justicia social y menos una peronista. No puedo creer más. No creo en Boca-River. En blanco o negro. En Federales o Unitarios. Ni en peronistas de primera o de cuarta. Simplemente ya no creo ni en esto ni el lo otro. No existen “maradonistas”. Existe el Diego. Se morirá, y con él, su juego. Semejante comparación sólo porque se me ocurre queda así implícito que los hechos son sólo de quien los hace. Por eso “hay que hacerse cargo”. En vida. Generar ideas nuevas. Hacer OTRA cosa. Porque aquí vinimos todos a hacer y decir algo nuevo, no a repetir frases.

Simplemente creo en mí. En vos y en mí. Y en los colores de todos nosotros juntos.

Como muchos, deseo que nos dejen en paz. A muchos jóvenes como yo un espacio para crecer nos cuesta cada vez más. Mientras nos atormenta la injusticia total de todo. Mientras nos quieren hacer creer en la vida de las drogas, el despilfarro, y la indiferencia del materialismo total. Todo mezclado con el miedo, la “seguridad”, y la reputísima incoherencia de quienes nos conducen ciegos y sordos por caminos sin retorno.

Y vemos en los ojos de nuestros nuevos hijos sed de paz, libertad y alegría muy concretas.

Porque deseo que nos resistamos al encierro, y a la falta de reunión, convoco a todos ustedes a hacer donde quiera que estén lo que sabemos y amamos hacer -con permiso o sin él- aunque se cierren las escuelas, los teatros, las salas, los bares, las casas, aunque tantas plazas ya estén enrejadas; porque en momentos cruciales si alguien se atreve a tocarnos el derecho a educarnos, a manifestarnos, a reunirnos, y a relacionarnos por miedo a morir, estamos más fritos que papa de Mac Mierda.

No creo en este mismo sistema de información que hoy me paranoikea y mañana me ocultará algo mas grave… ¿y el dengue? ¿Qué pasó? ¿Y el hambre? ¿Y de gripe común cuántos se mueren? ¿Y qué le ponen a los cultivos últimamente? ¿Sabemos lo que comemos? ¿Y la policía y sus “operativos”? ¿Se han transformado en una serie de superhéroes aplaudibles? ¡Pero la re puta madre! ¿Qué película estamos mirando? No desmiento el virus. Me parece hace rato ya jugamos al zapping con la realidad. ¿Me pregunto por qué mejor no me cuentan cómo nace este virus? ¿Quién inventó la vacuna que ahora la va a vender? En lugar de mostrarme un cuadrito con dibujos, que dice siempre lo mismo, como si uno fuera un niño. ¿Será la misma empresa que rescata la crisis económica de no sé qué país…? Y todo, para qué nombrarlo tooooodo? Vos ya sabés...

¿Dónde está la vida real, la que ama la vida?

Para quien nos escribe el guión a todos, (o vaya a saber si incluso toma semejantes decisiones): ¿Lo de la muerte de Michael Jackson fue para que recordemos que “los ídolos usan barbijo”…?

Perdón, Michael, un chiste…

No sos más grosso que Atahualpa Yupanqui… Es con sus dedos en la guitarra y con su guitarra en mis oídos que escribo todo esto.

Que me venga a buscar la muerte, yo no pienso encerrarme voluntariamente. Ni por un mes ni por una semana. Y juro con gloria morir, pero con una bandera de muchos colores nuevos y en paz.

Yo. Que no soy nada sin vos.

Mail de Niko:

¡Grossa, Marie! Grossa de verdad. Tus palabras son mis palabras. Tus temores y broncas también. Estamos todos hartos de estarlo, ¿no es así? Cada vez más temerosos, cada vez más confundidos... La realidad nos abruma más que nunca, y el círculo vicioso se cierra con la inacción, esa cristalización de nuestros músculos y nuestras mentes, abombados como estamos de sucesos caóticos y deprimentes.

Y aun así mantengo la esperanza, la "ridícula" sensación de que las generaciones que se vienen sublimarán sus idioteces con actitudes menos ofensivas para el bien común. Llamame ingenuo si queres, pero presiento que este hartazgo emocional se está traduciendo en un lento pero contundente cambio de conciencia en nuestra juventud -tan poco considerada por los cínicos, cobardes y resignados de nuestra sociedad- producto de esa misma saturación de la información, y de las experiencias vacías de verdadero contenido, que si algo nos dejan en claro es lo ilógico de nuestras metas consumistas, compulsivas y frenéticas. Éstas responden a una desesperación que es histérica y pasiva al mismo tiempo, pues aún vemos lejana una salida. Y eso aterra, paraliza.

Creo que la sociedad está, más o menos conscientemente, buscando una sobredosis existencial; ese látigo vivencial que nos despierte de nuestra locura y nos guíe a una mayor espiritualidad, o nos destruya en el intento. Pues primero tenemos que sobre-vivir a la sobre-dosis, ¿verdad que sí? Así de idiotas somos los humanos. Y si no, mira a los chinos, que se han puesto al día en menos de treinta años...

De más está decir que todo lo que aquí he dicho me resulta parcial, incompleto, tan claramente escaso. Imagino al mundo entero, al mundo real, al mundo que sufre más allá de mi mundo, riéndose con sorna de mis inútiles pensamientos. En fin, a la final solo sabemos que nada sabemos; ya lo decían 2000 años atrás.

Te mando un beso enorme y dejame agregar que te siento más cerca que nunca.

¡Mi filosofa vecina, mi talentosa ninfa del amor y la verdad!

Cuidate mucho, Niko

Respuesta de Marie:

Hermoso como dices lo que dices

pues en hablar de la verdad esta tan bien la belleza del hombre

yo lucho por esa, y somos un montón evidentemente
esa Nico.
Si tengo que atarme con los míos a un buque que se hunde o de lo contrario me aíslan y me dejan sola y dominada,

yo elijo hundirme, cantando todos juntos. O que me quemen.
Siento que compartir lo que hago, ya ni por plata ya ni por placer,
una función para mi es a partir de ahora una responsabilidad de darle a la gente la alegría que se merece por vivir.
Así es, el pobre de hambre tiene un motivo para reírse de todos nosotros. Aunque lloremos.
Nos vemos en alguna juntata, Marie.

Respuesta final de Niko:

Así sea, mi bella ninfa.

Espero no te moleste que cite tus palabras en alguno de mis correos grupales. Me has hecho reír y me has hecho llorar. Quisiera compartirlo.

Te mando un beso enorme, Niko

Respuesta final de Marie:

NINGUN LIBRE ALBEDRIO ME PUEDE MOLESTAR
¡ABRAZO GIGANTE!

www.marielah.com.ar

8/6/09

EL SECRETO DE LA FELICIDAD



Quien diria que la raza canina nos daria tanta sabiduria en tan sencillo gesto de comunion espiritual. Suerte que el intrepido Raimond Garfunkel -un naturalista sueco de dudosa sexualidad- estuvo alli para documentar, con su estilo alejado de lo ortodoxo, el secreto de todas las sonrisas.

"Hajan lo que jasen estos canes, y todos sus problemos se ejsfumagan!", parece decirnos con esa sonrisa maliciosa tipica de la raza nordica entrada en contacto con el aire tropical.

18/5/09

EL PARADIGMA DE LOS TRES TIEMPOS PARALELOS, por Vincent von Streitsen



A. Hitchcock: ¿Comprimir o dilatar el tiempo, no es la primera labor del director? ¿No cree usted que el tiempo del cine nunca debería tener relación con el tiempo real?

F. Truffaut: Desde luego, es un elemento esencial. Por ejemplo, las acciones rápidas deben descomponerse y dilatarse so pena de resultar casi imperceptibles para el espectador.

Casi una panegírico del animé japonés, ¿no les parece? Aunque si abrimos un poco el abanico conceptual, podríamos decir que aquí se nos presenta una regla universal en el arte de contar historias. El planteo, como mínimo, suena desafiante, divertido, y cobra peso al estar en consonancia con la visión de dos directores tan excepcionales como disímiles entre sí.
Así y todo, en el momento en que leemos palabras como "nunca" o "esencial" dentro del contexto de la labor artística, ¿acaso no deberíamos reaccionar con al menos algo de escepticismo? ¿Acaso el arte en sí no es otra cosa que la constante comprobación de que las normas dogmáticas –las que se valen de los “nuncas” y los “esenciales”- son el consuelo de la charlatanería cuando es arte, justamente, lo que estamos tramando?
Tomemos por caso la película franco-marroquí-germánica-palestina de nombre Intervención Divina (del actor y director Elia Suleiman). En el tiempo cinematográfico de este exótico ejemplar, existe –efectivamente- una consonancia con lo que Alfredo y Francisco consideran "tiempo real". Salvo contadas excepciones, las escenas mantienen un ritmo relajado y contemplativo, acorde con los tiempos que se manejan en la realidad. Este – según H y T – sería un recurso formalmente incorrecto.
No obstante, hay algo de atrapante en esto de “mantener” las escenas en su tiempo real –insisto- hasta transformarlas en simples estados de ánimo; mundanizar un recurso formal (la duración de la toma) para dar la ilusión de realidad temporal que no encontramos en el cine tradicional, el cual cuenta con sus propios ritmos.
Se produce aquí un fenómeno interesante. Lo que nos podría parecer una película "lenta" o desprovista de dramatismo –que no es lo mismo que emoción- lo es sólo si tenemos en cuenta los parámetros cinematográficos más convencionales. Los montajes frondosos y las técnicas expresivas tanto de aceleración como de ralentización vivencial, son moneda corriente en las películas actuales (pongamos Matriz y Snatch como casos emblemáticos). Aunque ya vemos que es una “costumbre” proveniente de épocas pretéritas, incluso previas a la era Hitchcock-Truffaut.
Se trata además -como ya aclaramos más arriba- de un comportamiento creativo que trasciende el séptimo arte. ¡Incluso trasciende los seis primeros! Moldear el tiempo según nos dicte nuestra propia subjetividad es una experiencia de la vida misma.
Si pensamos en los tiempos vivenciados durante nuestra cotidianeidad, películas como Intervención Divina intentarían mostrarnos lo que “se ve desde afuera” más que lo que “se vive desde adentro”. Existe una tendencia muy post-postmoderna que viene trabajando este nuevo “paradigma de los tres tiempos paralelos” (los molesto con un nombre rebuscado). Así, el tiempo que tarda en desarrollarse la escena es paralelo al supuesto “tiempo real” de aquello que está siendo relatado, ¡y paralelo también al tiempo vivencial del mismo espectador! Quien experimenta -aún inconscientemente- esta “sincronización” de los tres tiempos paralelos, bien podría experimentar un cierto hastío que no es exclusivo de este tipo de experiencias cinematográficas. Existe también algo perturbador, irritante, en los cuadros realistas o en la reproducción teatral de un momento cotidiano; aquí estaría sucediendo algo parecido.
Pacientes y médicos fumando en el pasillo de un hospital. Padre e hijo almorzando en el balcón de una casa. Los encuentros del protagonista con su amante misteriosa. La mujer que junta la basura de su jardín para después quemarla. Todas estas escenas, y muchas más, suponen un manejo casi insoportable del silencio y han sido perfectamente coreografiadas –incluso desde la improvisación, aunque esto resulte contradictorio- para reproducir el tiempo real dentro del tiempo cinematográfico. Dicho recurso, no obstante, se ve claramente enriquecido con el uso intercalado del contraste y las sorpresas extremas. Encuadres exóticos, escenas insólitas, incluso los gags (después de todo, se supone que es una comedia) son increíblemente disparatados. Entre otros momentos, vivimos la explosión de un tanque israelí por el carozo arrojado desde la ventanilla de un auto en movimiento; el globo con el rostro sonriente de Arafat recorriendo la ciudad en busca del Domo de la Roca; la escena completa del combate entre las fuerzas especiales israelitas y la muchacha palestina. La película –casi desprovista de estructura narrativa– tiene como base una sucesión de momentos banales y sencillos de la vida diaria de sus personajes salpicados, aquí y allá, de recursos espectaculares. Salvo ciertas excepciones, no hay misterio ni lectura entre líneas; la interpretación es libre, por no decir innecesaria.
La aclamada y, por muchos, incomprendida película marroquí "El sabor de las cerezas", o la griega "La Eternidad en un día",-en donde la búsqueda de objetividad en el manejo de los tiempos apunta tal vez hacia emociones más poéticas- son formalmente realistas aunque su contenido, si es que lo tiene, nos resulte un tanto onírico y surrealista. Películas como "Mundo Grúa" (de Pablo Trapero), "Una historia sencilla" (del gran Lynch) y "El Camino del Samurai" (de Jarmusch), son otros ejemplos que me vienen a la mente a la hora de hablar de este nuevo hábito en el arte de hacer cine. Se trata de distintos directores independientes y periféricos, cada uno mantiendo su estilo pero todos compartiendo esa afinidad por una pureza formal –muy lejos del Dogma 95, aunque tal vez inspirado en él- que parecería estar rompiendo las reglas clásicas del lenguaje cinematográfico. Al menos creo que demuestran, una vez más, lo absurdo que es hablar de "nuncas" y "esenciales" cuando lo único que importa es el resultado final. Después de todo, y afortunadamente para nosotros los maquiavélicos, el arte es la única motivación humana que puede jactarse de “justificar sus medios” sin por ello tener que hacerle daño a nadie.

(Mediados del 2005)

12/5/09

COSAS QUE TE PASAN CUANDO SOS UN NIÑO, por Niko Gadda Thompson



Como todo párbulo de año y medio, tuve mis momentos turbios… Aquí, por ejemplo, llevo puesto mi uniforme “kids” del Ku Klux Klan y estoy compartiendo un Serenito con la muerte infantil. En aquella época traficaba desnutrición para la mafia, el gobierno y demás oscuras organizaciones. Como decíamos en la jerga de la época, la fortuna me “cambiaba los pañales”.

8/5/09

EL LLANO ALTO, EL PUMA DE PIEDRA Y EL RETORNO DEL VAGABUNDO, por Niko Gadda Thompson

Bolivia la linda. Bolivia la grande. Bolivia la pobre. ¡Deberían verla! Es hermosa. Gris y marrón como el asfalto desgañitado. Las voces del fácil consuelo aclaman siempre que las malas críticas no merecen consideración, que los injustos exageran para reducir el margen de su propia mediocridad, y todo eso suele ser muy cierto. Pero aquí les digo que en lo visto y juzgado no hay maldad ninguna. Lo negativo es piropo y el desorden, libertad. Bolivia está loca, loca su gente y locos sus paisajes. Loca de amor y terror por una tierra antigua e injustamente pobre. Pobre más allá de toda excusa, más allá de todo reproche. Pobre y maravillosa.

Visitando a los vecinos

Febrero (2006) fue para mí un mes de retornos. ¡De vuelta a los caminos, carajo! De nuevo a sentir la emoción del viajero improvisado en su aventura nómada que se renueva y alimenta un paso a la vez. Venir de, estar en y viajar a lo constante desconocido, sin saber qué es lo que cornos pasará después, ¡y ser muy feliz por ello!
Un mes de retornos, sin duda. Al viento en la cara y la mirada perdida, extasiada en esas curvas nuevas que invitaban a una fiesta de color y tierra seca, montañas y praderas, lagunas y callejas.
Un mes de retornos, digo, por la senda de la vagabundez. En este caso, sobre suelo boliviano; suelo gris, marrón y turquesa, ese suelo que le quitó un centímetro a mis suelas elevándome a las mesetas de un mundo nuevo: el altiplano. Hogar de las alturas y los hielos, zona de fatigas y de cocacoleros, el altiplano de los indios y los mochileros.
Un mes de retornos y reencuentros. Reencuentro con los viajeros de todo el mundo que se citan siempre a ciegas en las calles, hostales, bares, buses y burdeles de la gran ciudad, del campo y de la ruta, formando verdaderos cócteles cosmopolitas de rostros sin destino, curiosos y distintos, coleccionando recuerdos de sincera libertad.
El recorrido lo marca la obvia necesidad: lugares clave para no perderse. El Salar de Uyuni, por ejemplo, el más grande del mundo; paraíso visual de divina simetría. O la vieja Potosí, con sus tristes minas, su magna altura y su loca gente, cristianos sobre la piel y satánicos en el estómago de sus montañas trepanadas. También Cochabamba -la “niña bonita”- moderna, eternamente cálida. La Paz, por supuesto. Irónicamente desquiciada, lacónicamente maravillosa; alegre parque de diversiones inspirado la más horrible de las pesadillas.
Y ya en el norte, arañando el Perú, se encuentra Copacabana; simpático portal al lago más hermoso de este lado del planeta.

El puma de piedra

Azul intenso, elevado y profundo, el lago Titicaca –que significa Piedra de puma- está de moda hace cientos de años. Primero lo visitaron los Tiwanakos, después los Incas. Aún hoy los Uros dejan huella en sus costas. Literalmente. Y, por supuesto, los turistas, esos “nuevos” habitantes de la tierra; población en constante reciclaje, pero población al fin.

“Durante el tiempo primordial ocurre el parto telúrico, el advenimiento del Ande, que se confunde con la épica lucha entre los elementos geológicos, momento cataclísmico, de guerra cósmica, de furia de la naturaleza. Se enfrentan la roca contra el agua, la tierra contra el mar y, en medio de convulsiones que sacuden el mundo y de erupciones volcánicas, emerge la cordillera de los Andes al arrugarse el suelo. Quedan como reliquias y testigos del cruento combate los lagos Titicaca y Poopo, despojos de la derrota del mar.” (*)

En un país sin costas oceánicas, estos dos inmensos lagos, salados pero mediterráneos, son el último consuelo oceánico, oasis inundados en el medio de la nada, cuna de culturas y madre de mitos enterrados en la oscura eternidad de sus aguas.
Los Tiwanaku y los Incas consideraban al lago Titicaca como su lugar de origen, con sus dioses ó líderes surgiendo de las profundidades. Y si uno visita la zona, entiende el porqué de tanta veneración. Aún hoy, cientos de años después de las últimas conquistas (ni hablar de las primeras), el ambiente es distinto y sus vibraciones nos hablan de un lugar excepcional.

“En la meseta altiplánica, los españoles encontraron no sólo una inmensa riqueza minera, sino también un tesoro de mitos y un profundo espíritu religioso... Para los hombres de España, fue una percepción exótica, misteriosa y extraña que los llenó de zozobra... No pudieron soportar la originalidad y lo sugerente de sus formaciones religiosas y, como cualquier conquistador de cualquier época, los españoles impusieron sus ideas...”

Éste y otros escenarios andinos son el hogar de mil dioses concebidos y venerados en sus altares naturales, esculpidos en roca por el viento y por el río, carne, hálito y sangre de una mística hoy casi perdida. Roberto Doria Medina Eguía, pensador amante de su Bolivia natal, no lo podría haber explicado mejor:

“La contemplación del paisaje andino produce en el espíritu una honda experiencia religiosa. La naturaleza no muestra solamente la realidad de su belleza, sino que conmueve sugiriendo lo sagrado. Las siluetas, los perfiles y las enormes moles de granito de las montañas... la inmensidad en extrema soledad de la altiplanicie en la que se reflejan la intensa luminosidad solar o, a la noche, el resplandor de la luna... supera la simple apariencia estética para envolver al observador en un sentir místico-religioso-panteísta.”

Sereno y majestuoso, nítido y bucólico. Así es el lago Titicaca. Tal vez sea el aire magro en oxígeno y esa eterna fatiga “leve” que acompaña al caminante en todo momento. Si lo combinamos con un paisaje de colores nítidos y formas bizarras, difíciles de conectar con lo real... Imaginen el contorno de sus islas figurando gigantescos buques tumbados de costado, tapizados con una suave felpa verdosa, las nubes a metros sobre –a veces por debajo de- tu cabeza, el lago mismo que parece mar, ruinas de pueblos milenarios, botes hechos de totora y ni un solo ruido de motor.
Y como broche de oro, la mítica y mística Isla del Sol, el corazón boliviano de este extraño paraíso. Caminar sobre sus espaldas fue una experiencia diferente. Dormir en su regazo, casi mágico. Contemplarla desde la cima, apenas milagroso.

(*) Todos los pasajes en cursiva corresponden a fragmentos de “Amerindia: Fantasía, mito y arte” por Roberto Doria Medina Eguía

LOS ÁNGELES NO LLORAN, Vincent Von Streitsen

El éxito se mide según los llamados “aciertos” que damos en la vida; éstos nos muestran qué tan cerca estamos de la perfección. Pero no nos ayudan tanto a crecer, sino a notar que lo estamos haciendo. Los fracasos, ellos sí, son los que nos enseñan; nos enseñan que somos humanos, criaturas imperfectas diseñadas para perder, volver a intentarlo, y volver a perder.
Pero hete aquí la maravilla de nuestra existencia; es por medio de esta forma vivencial de comparación que los hombres aprendemos a disfrutar de la belleza, la amistad, el amor y los placeres mundanos de la vida. Fracasamos para poder triunfar, sufrimos para poder gozar, odiamos para poder amar.

Los Ángeles no lloran... no saben lo que se pierden.

12/3/09

ELLA LA CIENCIA, por Vincent Von Streitsen

“No sospechábamos entonces que la bendita ciencia acabaría por sentar, por decirlo así, a la humanidad entera sobre una poderosa bomba pronto a estallar.”
Esta cita pertenece a un profesor llamado Salvador R. Vicini y es un ejemplo más del slogan multifacético en contra de la gaya ciencia.

La gaya ciencia sentando nuestros traseros sobre una bomba latente...aparte de deprimirme la poca originalidad que transpira esta escueta metáfora, no puedo evitar el asombro ante la ironía de que sea un profesor el que nos enseñe lo “malvada” que puede llegar a ser la ciencia. Si por una remota combinación cósmica algún niño muy pequeño leyera esta estúpida frase, me lo imagino preguntándole a su progenitora: “Mami, ¿quien es la ciencia?”. Por suerte, es difícil que algún niño muy pequeño se tope alguna vez con esta u otras disertaciones de adultos en discordia, y así no habrá oportunidad de que llegue a la lógica conclusión de que la ciencia es algún tipo de villana de historieta.
Mi queridísimo señor Vicini: la ciencia - me da vergüenza aclararle esto en público – no es ni mala ni buena, ni sarcásticamente bendita ni mitológicamente diabólica (Salvador utiliza como otro de sus envidiables recursos expresivos, el fuego de Zeus robado por Prometeo y entregado a los mortales).
Ciencia es simplemente uno de los tantos nombres que le hemos dado a la eterna búsqueda por satisfacer nuestra natural curiosidad. Son los hombres, benévolos o peligrosos, los que recurren a ella como un medio para lograr ciertos fines, al igual que lo que sucede con cualquier otra herramienta física o mental.
La verdadera bomba, mis amigos mortales, está en nosotros mismos. Son nuestros pequeños corazones latiendo indomables al compás de lo que creemos que está bien y lo que sabemos que está mal. Dejemos de culpar, pues, al pobre martillo; no es más que un simple palo con punta de metal.

Junio del 2005