13/7/09

LA ERA DE LA PARTICIPACIÓN, por Niko Gadda Thompson





Ciudadanía activa - Creatividad difusa - Inteligencia colectiva




En los últimos cincuenta años, la televisión nos ha gastado una extraña broma haciéndonos creer que el público de masas es pasivo por definición y sólo un nicho puede ser creativo. Por el contrario, en la actualidad cada vez más lectores ensayan la interacción con los textos y con quien los produce. (Wu Ming)





La cultura convergente


Wu Ming se refiere aquí al fenómeno literario, pero el principio es aplicable a todas las artes y él mismo lo desarrolla en un triple ensayo verdaderamente imperdible (se lo puede leer aquí: http://www.wumingfoundation.com/italiano/outtakes/triptico_pop.htm) a partir de la lectura –a su vez- de un libro llamado “La Cultura Convergente”, escrito por un tal Henry Jenkins. Ya lo decía Sábato hace décadas atrás: La obra se completa recién con la interpretación que de ésta hace el espectador (o algo así; no encuentro la cita exacta). Y esto es el abc de la cultura, realmente, puesto que “no hay crujidos en el bosque sin alguien que los escuche”, al igual que no hay obra de arte en el lienzo o la partitura sin ese Otro que la consuma por medio de sus sentidos (mal que le pese a los narciso-solipsistas).


La vuelta de tuerca que se está viviendo en el proceso creativo a partir de la consumación de la era digital radica en que la interacción entre autor y espectador a través de la “cosa creada” puede seguir mucho más que una simple trayectoria unidireccional como ha venido siendo hasta la fecha. Hoy en día, con el entramado de idas y vueltas que nos permite Internet, las experiencias artísticas –y esto se ve más claramente en las tradicionalmente consideradas “solitarias”- se están abriendo a una nueva dimensión que rompe con el paradigma (leído de izquierda a derecha) creador-obra-espectador. Gracias a esta descomunal red de comunicación, la obra puede hoy definirse mediante la participación activa de quienes están conectados entre sí y deciden –habiendo sido convocados a ello– poner su parte en el asunto.





Y la lista crece


Uno de los casos más recientes de esta colaboración creativa es el de los Flash Mobs, momentáneas pero explosivas aglomeraciones de intérpretes anónimos que –vía facebook la mayoría de las veces- acuerdan un punto de reunión en el que desarrollan diferentes “performances” de lo más variadas y surrealistas (en la Argentina debutamos con una multitudinaria guerra de almohadas en el Planetario; aquí les dejo un buen ejemplo de lo que les digo: http://www.youtube.com/watch?v=VQ3d3KigPQM). También están las novelas escritas por varios autores que concentran el material en un blog o se lo pasan vía mail y cada uno va agregando y corrigiendo lo que hicieron los anteriores. El mismo Wu Ming (autor de la cita al comienzo de este texto) es un típico caso de “seudónimo múltiple” originado en Italia a partir de la experiencia “Luther Blisset” (ver http://www.wumingfoundation.com/italiano/bio_castellano.htm#2); se trata de un nombre ficticio con el que por varios autores anónimos firman sus escritos creando así una identidad “virtual” en el doble sentido de la palabra. Existen películas que fueron filmadas en base a la decisión de un grupo multinacional de creativos elegidos a su vez entre un número mayor de aspirantes originales (youtube es el principal soporte de estos experimentos). Incluso hay algunas series de televisión que utilizan el soporte digital como medio de comunicación para que sus fans opinen sobre el destino de los protagonistas y así la productora pueda dirigir la historia en base a esta ecléctica devolución (un caso que me viene a la mente es la serie “Heroes” producida por la NBC).





Entre gurús y adolescentes


Tal vez una de las relaciones más emblemáticas de esta nueva experiencia creativa sea la que existe entre la producción y la proyección de la música electrónica, en especial la llamada música “dance”, que alimenta las arcas de innumerables DJ´s por todo lo ancho de este loco mundo. Constituida a partir de sintetizadores y demás herramientas de vanguardia allá por mediados de los 70´s (*), este estilo musical jamás estuvo reñido con lo digital. De hecho, cuando Internet se transformó en una www, aquellos que se dedicaban a pinchar temas abrieron sus puertas cibernéticas a cualquier hijo de vecino que tuviera el software y el talento necesarios como para crear música de la buena en la comodidad de sus propios hogares. Desaparecen, entonces, los eslabones intermedios entre el que propone y el que dispone y así, desde hace ya bastante más de una década que los DJ´s –incluso los millonarios gurús del circuito internacional- incluyen en sus sets temas creados por ellos mismos, temas creados por productores profesionales y temas creados por algún adolescente indonesio que en sus tiempos libres compone con su notebook y envía los resultados vía mail a la casilla de correo de su pinchadiscos preferido. De hecho existen adolescentes indonesios que se dedican exclusivamente a componer temas para determinados estilos e incluso determinados DJ´s. A su vez, los compositores y los mismos DJ´s hacen remixes de las canciones que eligen y luego otro chaval de catorce años hace un remix del remix y a este último lo rescata otro DJ que lo incluye en su propio set reversionándolo in situ durante las fiestas. Así, de un tema original terminan brotando nuevas y distintas formas en un sinfín soñado y maravilloso.


La oferta se torna inmensa y los profesionales cuentan con ella más allá del prestigio y la trayectoria de los ofertadotes; lo único que importa es la calidad del producto. No es casualidad que en las “raves” la tensión protagónica desvíe su foco de los intérpretes (como estamos acostumbrados a ver en los ya clásicos recitales de rock), para concentrarse en la música misma, o mejor, en la vibración que dicha música genera (un importante catalizador de esta experiencia son las llamadas drogas “electrónicas”, en especial el hoy casi extinguido éxtasis, pero éste es un tema demasiado complejo como para desarrollarlo aquí).





De consumidores a multiplicadores


Tomemos a este mismo ensayo, atravesado como está de referencias y links que invitan al lector a recorrer otros trabajos relacionados, para luego agregar sus propios comentarios y así formar parte del ejercicio realizado. Conceptos de vanguardia como la llamada “creatividad difusa” son los que definen esta nueva era. El fenómeno es aún demasiado inmediato para que tengamos una clara visión de hacia dónde estamos yendo. Por mi parte, me alegra saber que seré testigo –y partícipe- de un proceso donde todos tendremos la posibilidad de vivenciar la experiencia creativa, más allá de los anecdóticos resultados.


La situación es emocionante: el fenómeno trasciende los límites convencionales de lo que por siglos hemos considerado como la “comunidad artística”. Poder participar con nuestras voces en experiencias otrora reservadas al plano de la simple expectación nos da a todos la posibilidad de agregar contenido a nuestras existencias. La realidad tiene siempre dos caras, y por siempre deberemos superar los prejuicios enquistados, evitar las constantes tentaciones de efímera glorificación y limitar el gran negocio de la perversidad a través de la celebración de las artes y de la vida misma. Por suerte para nosotros y gracias a la dimensión digital de nuestras existencias tenemos hoy la posibilidad –y la responsabilidad- de saborear nuestra propia riqueza creativa. Irónico, ¿verdad? Irónico y gratificante.


El espíritu necesita su alimento y el hombre “común”, el hasta ahora miembro del “público pasivo”, tiene hoy más que nunca en la historia de nuestra especie la posibilidad de hacer algo donde antes no había nada. Como dijo el misterioso y polifacético Wu Ming:




Se trata de educar, aportar competencias, entrenar para la negociación, para el pensamiento colaborativo, para el uso de la Red. Completar la mutación genética: de consumidores a multiplicadores.





(*) Para ser justos, las raíces de esta hoy inabarcable dimensión musical se remontan a los años 40´s con los experimentos realizados por el ingeniero de sonido y compositor Pierre Schaeffer, quien llamó a su criatura “música concreta”. De allí a los 70´s hay un largo trecho plagado de vocoders, serialismo total, síntesis auditivas, moogs y melotrones.





Lectura recomendada:



Prefacio a la edición italiana (traducida al español) de “Cultura Convergente”: http://www.wumingfoundation.com/italiano/outtakes/culturaconvergente_es.htm

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