11/8/08

LA ENTREVISTA, por Niko Gadda Thompson (parte III)

Jingle del programa de Larry

Vincent (subiéndose la bragueta): …y así es como los bosquimanos resuelven sus disputas.

Mitzuca: ¡Dímelo a mí!

L.Q.: ¿Estamos en el aire? ¡Claro que sí, mis queridos amigos! Hemos vuelto, una vez más, con nuestros invitados de lujo Vincent von Srautsen y Mitzuca Chinycó.

Vincent: ¡Ya le dije que mi apellido es Streit..!

L.Q.: Estimado Vincent, según mi entregado equipo de investigadores, su padre…

Vincent: Joseph Von Streitsen.

L.Q.: Fue conde.

Vincent: Nunca la gustó alardear de ello.

L.Q.: Nacido el primero de noviembre de 1893, su padre se crió entre cojines bordados por la servidumbre de la elite holandesa y fue nombrado conde cuando contaba con tan sólo 10 años.

Vincent: Correcto.

L.Q.: Durante su juventud gozó una fugaz pero suculenta carrera en Hollywood como actor secundario de películas vanguardistas y, tras sufrir un misterioso desencanto amoroso, volvió a su tierra natal, conoció a su madre –la majestuosa Gloria Gray- y se casó con ella.


Gloria Gray, madre de Vincent (Haarlem, Holanda – 1932)

Vincent: Efectivamente, Larry. Primero trabajó como iluminador en algunas películas impresionistas de su amigo el teutón Wayne Roberkraüss, pero por alguna razón no tuvieron mucho éxito. Años más tarde, se embarca al "nuevo mundo" para hacer un postgrado de filología comparada en la Escuela de Maestros del Sur de California y fue entonces cuando conoce a los hermanos Marx. En seguida se hace amigo del grupo -especialmente de Groucho- y consigue así participar en una de sus películas.


Joseph Von Streitsen, el padre de Vincent, como extra en una peli de los hermanos Marx; se cree que se trata de “Humor Risk”, lanzada en 1921, la cual –según cuenta la leyenda- sólo se exhibió una sola vez en función privada.


L.Q.: ¡Ilustre privilegio!

Vincent: ¡Y que lo digas, Larry! Esos tíos redefinieron el sentido del humor. Aunque el verdadero Groucho no era el hombrecillo absurdo y simpático que todos conocemos; solía refunfuñar más de lo recomendable y era muy, pero que muy tacaño.

Mitzuca: Como uno que yo conozco…

Vincent: ¡Blasfemias! ¡Yo no soy tacaño! Sólo cuido aquello por lo que no quiero perder mi tiempo en recuperar.

Mitzuca: No sé por qué te das por aludido. Me podría estar refiriendo a cualquier otro. A Larry, por ejemplo.

Vincent: ¡Sí, como no! El señorito no repara en sus finanzas cotidianas. El señorito se defeca olímpicamente en el porvenir de su existencia. ¡El señorito es libre, jovial y perfecto!

Mitzuca: Así es.

Vincent: ¡Y su viejo amigo tiene que rescatarlo, una y otra vez, de la pintoresca y alarmante miseria! Me haces daño, Mitzuca.

Mitzuca: ¡Anda ya! Pareces una niña.

L.Q.: Señores, por favor; ¡dos colegas como ustedes!

Mitzuca: Tienes toda la razón, Larry. Procuraré acordarme de no olvidar lo que siempre es bueno tener presente.

Vincent: Sí, claro. Acordarte de humillarme en frente de millones de televidentes.

Mitzuca: ¡Ja! Estaba pensando en nuestra amistad, pero eso también es importante. Y no creo que sean millones...

L.Q. (apresurando el corte de otra inminente embestida): Volviendo a la directriz de nuestra entrevista…

Vincent: Durante el verano del 34, Groucho se hospedó un par de semanas en el castillo de la familia cuando el pobre diablo decidió tomarse unas vacaciones tras el agotador frenesí que significó filmar “Sopa de Ganso”.

Mitzuca: Entonces Groucho conoció a Vincent, que tan sólo tenía un añito, mi chiquitito (apretándole un cachete), y lo apodó “Little Vamp” en alusión al romance entre bastidores que Joseph sostuvo con Theda Bara, la primer femme fatale de la industria del cine.

Vincent: Este mote, por supuesto, permaneció lejos de los oídos de mi pobre madre.

Mitzuca: Sabido es que donde don Joseph ponía el ojo, don Joseph ponía la toronja.

Vincent: Todo un playboy, mi buen padre. Un galán de la vieja escuela

Mitzuca: Una verdadera inspiración para muchos de nosotros, claro; excepto para su propia progenie, como ya lo habrán notado.

Vincent: ¡Eso no tiene nada que…

L.Q.: Mis queridos y antagónicos personajes al borde de lo trillado; como ustedes saben, el tiempo no sabe de demoras, así que ¿les parece si retomamos el hilo de lo que nuestro querido Von Strujen estaba relatando?

Vincent: ¡Mi apellido no es von Struj..!

L.Q.: Algunos de sus miembros son en verdad increíbles, estimado Vincent. A modo de ejemplo está su “medio tío” sudafricano, de nombre Thulani…

Vincent: ¡Ah, el viejo y misterioso tío Thulani! Fue el ídolo supremo de toda mi infancia. Era bastante mayor que mi padre (nació en 1872, o sea que le llevaba 21 años), vestía siempre con esos exóticos batiks multicolores y tenía una cicatriz en el costado izquierdo de su rostro que iba desde la oreja hasta la comisura del labio.

L.Q.: Un encuentro desafortunado con alguna fiera salvaje, ¿tal vez?

Vincent: Nada de eso, Larry; se enganchó con un clavo jugando a la mancala.

Mitzuca: Tal vez iba perdiendo y se hizo daño a propósito para cancelar el juego y evitar la humillación.

Vincent: Eso es algo que sólo tu serías capaz de hacer, mi querido amigo.

Mitzuca: Nunca falla.

Vincent: Mi tío se aparecía por el castillo una vez por año y siempre me traía algún regalo maravilloso, como el colmillo de un elefante, las garras disecadas de un león o las últimas historietas de “All-Flash Quarterly”. Fue uno de los primeros cazadores furtivos devenidos ecologistas con el correr de los años. Llegó a conocer al ilustre Jacques Cousteau un año antes de su muerte. El joven Jacques le hizo un bonito homenaje bautizando a un erizo de mar “Echinoidea Thulanis”.


Retrato en carbonilla de Thulanis, el medio tío de Vincent, por un descdonocido artista local (Barberton, Sudáfrica - 1891)

L.Q.: ¿Y de dónde proviene este Quateremain personalizado? ¿Su abuelo acaso no era holandés?
Vincent: Efectivamente, Larry. Sucede que mi abuelo, Johan Von STREITSEN (remarcando bien el apellido a ver si el idiota de Larry lo pronuncia correctamente la próxima vez), durante su época de estudiante en la Universidad Libre de Bruselas, se encaprichó afectivamente con una señorita llamada Mbhali Ó Conaill…

Mitzuca: Una preciosa mestiza sudafricana fruto del amor sincero entre una campesina zulú y un disidente irlandés.

Vincent: En un arranque de pasión desenfrenada, engendraron a este niño -mi tío- apenas moreno y de finos rasgos inclasificables.

Mitzuca: Rechazada firmemente por sus rígidos y mojigatos bisabuelos, quienes veían en este acontecimiento una molestia indecorosa para la prominente carrera de su único y malcriado heredero, Mbhali se termina cansando de todo el asunto y se vuelve con el niño de nuevo a su patria.

L.Q.: Una mujer mestiza y madre soltera camino al epicentro de la intolerancia racial por aquellos tiempos. Debió haber sido muy duro para ella, no caben dudas. Todo aquel karma sociopolítico sobre sus espaldas…

Mitzuca: Y bajo sus pechos, un hambriento bebé recién nacido.

Vincent: Por suerte, no estuvo sola mucho tiempo. Al año de volver a su Pretoria natal, se enamoró perdidamente de un trekboer...

Mitzuca: Aunque cueste creerlo.

Vincent: ...llamado Jan Christiaan Cronje y juntos fundaron la primer ONG nacional en pro de la integración racial llamada “Organización Transcultural y Anarquista por la Liberación Universal de las Masas”.

Mitzuca: M.U.L.A.T.O. en sus siglas originales; claro que esto es una fortuita, aunque alegre, coincidencia.

Vincent: Joseph, mi padre, conoció a su medio hermano, rebautizado como Thulani Cronje O´Conaill, mucho tiempo después…

L.Q.: ¡Ya les decía yo; una historia realmente increíble!

Vincent: No es para tanto, Larry. El mundo está lleno de historias como esta.

L.Q.: Veo que es usted un hombre muy modesto.

Mitzuca: Además de tacaño.

Vincent: ¡Mitzuca, pequeña sabandija nipona, te voy a...!

L.Q.: Calma, calma por favor, señores. Prosigamos con esta esquizofrénica entrevista lo más civilizadamente posible, se los ruego. Así que volviendo al tema central, mi querido Vincent, según mis fuentes usted se cría con niñeras e institutrices en el ala oeste del “Luguber Kasteel”, la inmensa y escondida propiedad de su familia ubicada en las afueras de la capital holandesa.


Vincent de niño (Mónaco, 1942)

Vincent: Así es, Larry querido. Y a los 15 años me mandan a un internado en Apeldoom y de ahí para Oxford a estudiar filología, siguiendo los pasos de mi padre.

L.Q.: Una vez recibido, se alista en el cuerpo de paz y conoce África. La razón –al parecer una constante en su familia- tiene que ver con los caprichos del corazón, y cito: “Me fui a Camerún sólo por seguir a la única mujer que realmente ha amado en mi vida”.

Vincent: Sophia Hampton era su nombre; la mujer más maravillosa que jamás conocí… Murió el 2 de abril de 1961 en una matanza perpetrada por los… pues por los guerrilleros de turno. Los detalles de esta historia me los llevo a la tumba.

L.Q.: Entiendo perfectamente, Vincent, y estoy seguro que nuestra audiencia lo entenderá también.


Dibujo en lápiz de Sophia Hampton. El dibujo es de Vincent y la fecha está borrosa, pero se trata del año 1960, meses antes de su muerte.

Vincent: Gracias, Larry. Eres un buen hombre. Sigue tú, Mitzuca

Mitzuca: El pobre muchacho, destrozado por tamaña tragedia, comienza una travesía onírica muy flashera que lo lleva a recorrer sin rumbo la jungla del Congo y el desierto del Sahara hasta llegar a la costa occidental y embarcarse desde Marruecos en la primera patera que surcó del Atlántico hacia las Islas Canarias.

Vincent: Aprovecho la ocasión para mandarles un hálito de aliento a todos mis compadres que arriesgan sus vidas, no ya para regresar a sus hogares, sino para alcanzar esa falsa promesa en la que se ha convertido mi viejo, viejo mundo.

Mitzuca: Desde Tenerife vuelve a su Holanda querida por unas semanas, visita a la gente que tiene que visitar en Ámsterdam y se recluye, sediento de soledad, en el castillo de su familia.

L.Q.: ¿Y esto sucedió en qué año?

Vincent: Agosto del 63. Tenía casi 30 años.

L.Q.: ¡Fascinante! ¿Ya tenemos un corte? Parece, amigos, que hemos llegado al final de este bloque. ¡No se vayan muy lejos que en seguida regresamos con más!

Mitzuca: ¿Queda algo de ese Glenfiddich que me prometieron?

Vincent: Para mí una limonada con dos cucharadas de azúcar, por favor. Que sea de jugo natural, si es posible.

Jingle de cierra de bloque del programa de Larry

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Continuará…

10/8/08

EXPLOSIÓN EN BOUGAN VILLE, por Mitzuca Chinycó

Dos ciegos iban 15 a 14 en un partido de ping pong cuando, súbitamente, sintieron un terrible estruendo. Lo que parecía ser una explosión distante, dibujó en el horizonte una densa nube con forma de clavel. Los muchachos no lo vieron, aunque uno pudo olerlo y el otro saborearlo.
Al tuerto Manchuria, ilustre borrachín del barrio de insinuado aspecto cantonés, no lo sorprendió en absoluto. Hacía años que vivía con la esperanza de perder lo poco que quedaba de su cordura y la noche anterior lo había conseguido en el patio trasero de un motel.
Giuseppe, en cambio, sintió en seguida la certeza de que pronto mutarían muchos de sus genes. Segundos antes del estruendo, caminaba despacito masticando ideas plañideras cuando al girar la cabeza, y luego de unos escasos aunque indefinidos segundos de marcha ciega por la atención prestada a la estrambótica catástrofe, sintió un fuerte golpeteo en sus costillas seguido de una ronca voz a la altura del ombligo que decía: “¡Mira por donde andas, niñaco distraído!”, increpación -con escupitajo al suelo- que un gerente de aspecto amargo propinole tras rozarlo éste apenas con su brazo izquierdo. “Disculpe, buen hombre”, fue la atrevida respuesta de Giuseppe quien, con refinada picardía, culminó la frase dando un saltito piamontés.
Y sucede que aquel vejestorio, aunque calvo y demacrado, no cabían dudas que era toda una mujer.