El éxito se mide según los llamados “aciertos” que damos en la vida; éstos nos muestran qué tan cerca estamos de la perfección. Pero no nos ayudan tanto a crecer, sino a notar que lo estamos haciendo. Los fracasos, ellos sí, son los que nos enseñan; nos enseñan que somos humanos, criaturas imperfectas diseñadas para perder, volver a intentarlo, y volver a perder.
Pero hete aquí la maravilla de nuestra existencia; es por medio de esta forma vivencial de comparación que los hombres aprendemos a disfrutar de la belleza, la amistad, el amor y los placeres mundanos de la vida. Fracasamos para poder triunfar, sufrimos para poder gozar, odiamos para poder amar.
Los Ángeles no lloran... no saben lo que se pierden.
8/5/09
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario